¿Qué es el Deterioro Cognitivo Vascular? En la actualidad se utiliza el término Deterioro Cognitivo Vascular para definir las alteraciones cognitivas asociadas a la patología vascular ya que es más abarcativo y permite diagnosticar y tratar pacientes en estadios más precoces de la enfermedad.
En los casos más severos se suele utilizar el término demencia vascular. Esta es la segunda causa más frecuente de demencia en la población general después de la Enfermedad de Alzheimer. Es responsable de hasta el 20% del total de estos cuadros y se origina por un daño cerebral producido por alteraciones cerebrovasculares o cardiovasculares, generalmente a través de infartos cerebrales. La prevalencia es de 1 al 4% en los mayores de 65 años.
El daño cerebrovascular puede también agravar y acelerar el avance de la Enfermedad de Alzheimer o coexistir ambos cuadros (Demencia Mixta).
¿Cuáles son los factores de riesgo? Se asocia con los factores de riesgo vasculares tradicionalmente reconocidos:
La edad y la hipertensión arterial son los factores de riesgo más asociados, siendo este último el único modificable de los dos.
Aunque no es clara la repercusión del tratamiento antihipertensivo sobre la evolución de la enfermedad, algunos estudios (Syst-Eur Trial) plantean hasta un 50% de reducción de la aparición de casos de demencia vascular en pacientes tratados.
¿Cuáles son los síntomas? La posibilidad de padecer esta enfermedad aumenta con la edad siendo rara antes de los 65 años. Todo paciente que haya sufrido de un accidente cerebrovascular o accidente isquémico transitorio tiene un alto riesgo de padecer este cuadro. También son población de riesgo los pacientes con fibrilación auricular o insuficiencia cardiaca.
Los síntomas que pueden hacer sospechar este cuadro son:
¿Cuál es la evolución del cuadro? La presentación clínica y evolución pueden diferir de acuerdo al mecanismo etiopatológico, por lo que se puede clasificar al deterioro cognitivo vascular en diferentes subtipos:
¿Cuál es el tratamiento? El tratamiento se orienta a prevenir la progresión de la enfermedad. Algunos estudios muestran indicios de la utilidad del uso de inhibidores de la acetilcolina (ej: donepecilo, rivastigmina y galantamina) y la memantina en los pacientes con demencia vascular.
También es importante el tratamiento de los síntomas psiquiátricos asociados, la depresión de frecuente presentación pueden responder a antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
Aunque no concluyente, el tratamiento agresivo de los factores de riesgo vasculares podría mejorar la evolución del cuadro principalmente actuando preventivamente sobre el desarrollo de nuevos eventos vasculares.
Los estudios avalan los beneficios de la nutrición y la actividad física para reducir el riesgo de desarrollar demencia vascular e incluso algunos trabajos proponen que sería beneficioso para aquellos paciente que ya presentan algún grado de trastorno cognitivo.
Son fundamentales todas las estrategias no farmacológicas en el marco de un abordaje interdisciplinario de la enfermedad. Dentro de este marco se incluye la estimulación neurocognitiva llevada a cabo por neuropsicólogas, la rehabilitación funcional a cargo de terapistas ocupacionales, rehabilitación física a cargo de kinesiólogos, apoyo nutricional a cargo de nutricionistas especializadas, musicoterapia y el tratamiento fonoaudiológico.
Estas actividades pueden desarrollarse en tratamientos individuales y/o grupales de acuerdo a las características del paciente y su padecimiento