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Celulares: por qué la tendencia global es sacarlos de las aulas

Celulares: por qué la tendencia global es sacarlos de las aulas
  • Varios países están prohibiendo el uso de teléfonos celulares en las escuelas.
  • Especialistas explican a Viva cuáles son las razones de este cambio.

De ¡Largá la tablet (celu o compu)! se pasó sin escalas a ¡Agarrá la tablet y terminá la tarea! En pleno confinamiento por la pandemia las casas se convirtieron en escuelas y los dispositivos electrónicos, en prácticamente la única esperanza de que los chicos siguieran aprendiendo.

Cuando volvió la presencialidad, el uso de la tecnología en las aulas siguió en auge. Pero algo pasó.

Según la UNESCO y otros relevamientos realizados en una veintena de países (incluida la Argentina), el celular en las escuelas, cuando se usa excesivamente y sin control, ya no es un gran aliado.

¿Qué dicen los expertos? ¿Cómo pueden enfrentar padres y maestros esta nueva situación? ¿Por qué hay que desconectar a los chicos?

Catherine Steiner-Adair, psicóloga clínica e investigadora asociada en Harvard Medical School, es una experta mundial en el tema. Hace más de 10 años, fue una de las primeras profesionales en alertar sobre las consecuencias neurológicas, sociales y psíquicas del exceso de conexión en niños y adolescentes. En 2012 publicó el libro La gran desconexión, que recibió múltiples reconocimientos.

Consultada por Viva, lo primero que comenta es su preocupación: “Es muy triste para mí seguir haciendo estas investigaciones y ver hasta qué punto los niños no están teniendo el tipo de infancia y oportunidades de desarrollo y educación que queremos que tengan mientras usan el teléfono en la escuela todo el día, especialmente en el secundario”, dice.

Su apreciación tiene que ver con lo que ha notado últimamente. “Hemos visto una enorme reducción de la capacidad de empatía en niños y adolescentes en los últimos 10 años, lo que es algo desalentador teniendo en cuenta los desafíos que todos enfrentamos en un mundo, como nunca antes, claramente interconectado a través de la tecnología. Otra de las grandes preocupaciones, además, es que los niños y también los adultos están siendo expuestos a un enorme caudal de violencia de odio y noticias falsas”, señala la investigadora.

Las observaciones de Steiner-Adair fueron refrendadas por el Informe Global de Monitoreo de la Educación (GEM) de 2023, que lleva adelante la UNESCO.

El escrito, de 433 páginas, tiene datos de estudios científicos de países de varios continentes que analizan el impacto de la tecnología y las redes sociales en el aprendizaje de niños y jóvenes.

No da vueltas: concluye que el uso de smartphones y computadoras interfiere en la actividad de aprendizaje en las aulas porque “las notificaciones entrantes o la mera proximidad de un dispositivo pueden ser un factor de distracción para los estudiantes, haciendo que pierdan el foco en la tarea que tienen por delante”.

Frente a ese panorama, cada vez son más los países que están tomando medidas. Cada semana se difunden decisiones sobre la prohibición de los dispositivos o regulaciones más estrictas.

Laura Stipanovic, que gestionó el proceso de consulta del informe GEN, de la UNESCO, le cuenta a Viva qué pasó exactamente después de la publicación de ese trabajo. “Desde Noruega hasta la India, de Reino Unido a Canadá, de Singapur a Brasil, sólo por citar algunos ejemplos, han adoptado nuevas políticas y orientaciones para limitar el uso de los teléfonos celulares en las aulas. En la Argentina sabemos que hay un proyecto de ley que busca lo mismo en la Provincia de Buenos Aires”, revela.

Las repercusiones del estudio siguen aumentando. “En Nueva Zelanda, un grupo de profesores afirmó que las políticas deberían haber entrado en vigor desde hace años. Y en España, el gobierno creó un grupo de 50 expertos para diseñar un plan que proteja a los menores del riesgo de la tecnología. Pero tal vez uno de los datos más sustanciales proceda de Noruega, donde ya se había aplicado la prohibición”, explica Stipanovic.

«Desde Noruega hasta la India, de Reino Unido a Canadá, de Singapur a Brasil, sólo por citar algunos ejemplos, han adoptado nuevas políticas y orientaciones para limitar el uso de los teléfonos celulares en las aulas.» Laura Stipanovic/UNESCO.

El caso de Noruega permite ver, en directo, si las medidas de restricción tienen algún efecto. “Se hizo un estudio en 477 centros de enseñanza media y se comprobó que, tras la prohibición, disminuyó en un 60 por ciento el número de alumnas que necesitaron atención médica especializada (por temas psicológicos) y además se redujo el bullying en un 43 por ciento”, enumera la oficial de la UNESCO.

Sara Abrahamsson, del Instituto Noruego de Salud Pública, fue la encargada de revelar esas cifras y al hacerlo fue optimista sobre el éxito de la medida, que también fue adoptada en Suecia y Dinamarca. “Prohibir los teléfonos inteligentes en la escuela es una herramienta política de bajo costo para mejorar los resultados estudiantiles”, dijo.

En Francia, luego de analizar exhaustivamente los efectos de los celulares en las aulas, se dispuso prohibirlos por ley en 2018. Es un país pionero en estas regulaciones. No se permiten smartphones ni relojes inteligentes en toda la escuela, no solo en las aulas, de educación preescolar, primaria y secundaria. Lo que se observa es que esa medida mejora el rendimiento académico, reduce el bullying y disminuye la necesidad de asesoramiento psicológico a los estudiantes. Exactamente igual que en Noruega.

Otros países que hoy siguen el camino restrictivo son Italia, Finlandia, Irlanda, Reino Unido, Portugal, Países Bajos, Rusia, Israel, Japón,Australia, Ghana, Ruanda, Uganda, China y las dos Coreas.

En los Estados Unidos, según sus propias encuestas, sólo el 32 por ciento de los padres está a favor de ese tipo de legislación, pero luego de la prohibición del año pasado en Florida, otros estados como Ohio, Virginia,Connecticut, Utah, Indiana y Kentucky, entre otros, están tomando un rumbo similar por lo que se puede augurar que en 2025 se presentará un proyecto relacionado con el tema en su Congreso.

Panorama nacional

En la Argentina también se hicieron relevamientos para saber cómo está influyendo el uso no regulado de los celulares. En 2023 se demostró que el uso de pantallas, entre adolescentes, afecta negativamente el sueño nocturno, la somnolencia diurna y también el rendimiento académico.

La investigación fue liderada por Daniel Pérez Chada, profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y consultor del Servicio de Neumonología del Hospital Universitario Austral.

Incluyó a 1.257 adolescentes, de entre 12 y 18 años, y registró la exposición diaria a diversas actividades basadas en la pantalla, incluidos videojuegos y juegos en línea, redes sociales y televisión.

Los resultados mostraron somnolencia diurna en el 71 por ciento de los participantes y fracaso académico en el 41 por ciento.

En los 1.257 jóvenes, se vio que el 40,7 por ciento no alcanzó el puntaje necesario para rendir bien los exámenes escolares y que los alumnos que no aprobaron sufrían más somnolencia diurna, dormían menos entre semana, y los fines de semana hacían siestas más prolongadas y se acostaban más tarde.

En cuanto a las horas frente a pantallas, los participantes que no aprobaron sus exámenes pasaron más tiempo frente a videojuegos, dedicaron más horas a ver tevé o contenidos en streaming y usaron con mayor frecuencia dispositivos de juego antes de ir a dormir.

“Nuestros hallazgos resaltaron la importancia de mantener una adecuada higiene del sueño y de limitar el uso de pantallas para preservar el aprendizaje en adolescentes”, aseguró Pérez Chada.

Desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Silvina Pedrouzo, especialista en Desarrollo infantil y pantallas y presidente de la subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) enumera otros riesgos para la salud de niños y adolescentes sobreexpuestos a celulares:

* En los más pequeños, síntomas asociados a la falta de control de las emociones y la conducta por sobreestimulación, síntomas de hiperactividad, alteraciones en la interacción social, la comunicación y el desarrollo del lenguaje.

* En edad escolar, alteraciones como falta de memoria y atención, y bajo rendimiento académico.

* En preadolescentes y adolescentes se agregan síntomas de ansiedad, aislamiento social y/o síntomas de depresión. En todas las edades, síntomas generales como alteraciones posturales, del sueño, irritabilidad, cefaleas, sedentarismo, sobrepeso u obesidad.

A estos cuadros se puede agregar otro riesgo preocupante. “En casos extremos, en niños con un contexto socioafectivo desfavorable y en un período de máxima vulnerabilidad, se pueden desencadenar adicciones del comportamiento”, advierte la pediatra.

Al hablar de estos temas con profesionales de distintos campos, aparecen algunos términos transversales: hiperconexión, desintoxicación tech, bienestar digital.

Precisamente, sobre bienestar digital investigaron en la SAP y publicaron un estudio donde explicaron que ese fenómeno “implica el uso saludable de la tecnología, la protección de la privacidad y la seguridad on line”.

«En casos extremos, en niños con un contexto socioafectivo desfavorable y en un período de máxima vulnerabilidad, se pueden desencadenar adicciones del comportamiento.» Silvina Pedrouzo, Pediatra.

Unos párrafos después, el paper advierte que “los adolescentes utilizan las redes para identificarse, relacionarse, entretenerse y buscar información. La exposición digital no regulada conlleva riesgos: acceso a contenido inapropiado, ciberacoso, consumo problemático y fraudes”.

Efectos en el cerebro

Fabián Triskier, médico psiquiatra del Departamento infanto juvenil del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), comenta que “algunos investigadores afirman que la exposición a redes sociales podría sobreestimular los centros de recompensa del cerebro, y cuando esa estimulación se convierte en excesiva, desencadena mecanismos comparables con la adicción”.

Un factor que agrava el cuadro en niños y adolescentes tiene que ver con la maduración del cerebro. “Los centros de recompensa cerebral maduran mucho antes que la corteza frontal (esencial para la autorregulación, postergación de la gratificación y resistencia a tentaciones), que no concluye su desarrollo hasta alrededor de los 25 años. Esta ventana hace de la adolescencia un período de oportunidades gracias a los fenómenos de plasticidad cerebral”, comenta Triskier.

Y señala uno de los factores que más influye en la relación de los adolescentes con los celulares. “Esa ventana, a la vez, es un tiempo de vulnerabilidad frente a los factores externos (tales como el cannabis o el alcohol), entre los cuales podría agregarse a la hiperconectividad a las redes sociales”, advierte el experto de INECO.

Allí no terminan los llamados de atención. Según Triskier, “Hay estudios, aunque de magnitud reducida, que han demostrado que personas con uso frecuente y conflictivo de redes sociales pueden experimentar cambios en la estructura cerebral, similares a las que se evidencian en personas con uso problemático de sustancias o juego patológico. Ese uso excesivo también ha sido vinculado con alteraciones del sueño, problemas atencionales, sintomatología depresiva o ansiosa y sentimientos de exclusión social en adolescentes”.

Volviendo a la escuela, ¿qué produce el celular en medio de una clase? Distracción. Un factor que fue medido por la ciencia: se sabe que cuando se reciben notificaciones el cerebro tarda aproximadamente 20 minutos en retomar la atención plena. Si las clases duran entre 40 y 45 minutos, ver una notificación le resta atención a media clase.

Qué hacer

Así como está comprobado su efecto distractivo, obviamente el celular no es algo a desechar. “El uso apropiado en las aulas puede traer beneficios como el acceso a la información, herramientas educativas (apps), facilitar actividades colaborativas y creativas y una preparación para la inclusión en un mundo digital. Sin embargo, también es importante establecer límites y normas claras para garantizar un uso adecuado y evitar distracciones durante las clases, porque está comprobado que deteriora el rendimiento académico”, afirma la médica Pedrouzo, de la SAP.

Y comparte puntos importantes de la Guía de uso de pantallas para las familias, elaborado por la SAP:

* Antes de los 2 años: se desaconseja la exposición a todo tipo de pantallas, debido al estado de inmadurez del sistema nervioso central y del aparato psíquico.

* Entre 2 y 5 años: se recomienda un máximo de entre media y una hora de pantallas de entretenimiento por día. Acompañados por un adulto para que pueda decodificar los estímulos, seleccionar e interpretar los contenidos.

* Entre los 5 y los 12 años: se recomienda un tiempo máximo, con fines de entretenimiento, de una hora y media, preferentemente en compañía de un adulto.

* Preadolescentes y adolescentes: en esta etapa adquieren más independencia en el consumo de contenidos en línea y navegan sin la supervisión de adultos. Generan e intercambian contenidos, buscan grupos de pertenencia de acuerdo a sus emociones, necesidades e intereses. Es un período de mayor vulnerabilidad. Se recomienda que los adultos se involucren, acompañen hasta lograr la autonomía y una mirada crítica, con la finalidad de hacer un uso saludable de la tecnología. Se aconseja consensuar términos de uso, tiempo y calidad, en vez de prohibir o espiar y prestar atención a cambios de conducta o comportamientos problemáticos.

Chris Dede, uno de los investigadores educativos y pedagogos más renombrados del mundo, que hoy trabaja en la Escuela de Graduados en Educación de Harvard, se queda enganchado con la frase “en vez de prohibir”. Le cuenta a Viva que “los dispositivos móviles permiten el aprendizaje en cualquier lugar y en cualquier momento, llevando la educación más allá del modelo de la era industrial donde las aulas son el lugar principal de aprendizaje, la jornada escolar es el momento educativo principal y el maestro es la principal fuente de información”.

¿Entonces? “Los dispositivos son una forma poderosa de complementar el modelo tradicional, pero se debe resolver el modo en que favorezcan realmente el aprendizaje. Hay que adaptarlos y adaptarse”, sugiere Dede.

Laura Stipanovic, de UNESCO, suma: “No se debe suponer que la regulación de los celulares en las aulas es una solución mágica. Distraen y afectan la concentración, pero al quitarlos, todo no mejorará de la noche a la mañana”.

Como siempre, la casa y la familia tienen una tarea fundamental para el compromiso de los chicos con la escuela. Eso no cambia.

 

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